
Aprender para avanzar: ¿por qué la educación continua es clave en el trabajo actual?
En este artículo
En un mundo donde las reglas del juego cambian cada día, formarse de manera continua ya no es una opción: es una necesidad. Ya ni siquiera es un lujo ni una ventaja competitiva, es un mínimo. La velocidad con la que cambian los mercados, la transformación digital, el envejecimiento de la población, la automatización, la inteligencia artificial y la transición energética obligan a las personas -y a las organizaciones- a actualizarse siempre, ya que se están modificando los perfiles laborales y exigiendo nuevas habilidades.
En este escenario, la educación continua y el aprendizaje a lo largo de la vida —conocido como lifelong learning— se han vuelto esenciales para la empleabilidad, la adaptabilidad y la competitividad de personas y organizaciones.

¿Qué dicen las cifras?
Los datos respaldan esta urgencia. Según el Future of Jobs Report 2023 del World Economic Forum, el 44% de las habilidades que hoy usamos en el trabajo cambiarán en los próximos cinco años. Por su parte, un estudio de McKinsey ha proyectado que, hacia 2030, más de 375 millones de personas en el mundo necesitarán cambiar de ocupación o adquirir nuevas habilidades.
En América Latina, sin embargo, aún muestra cifras bajas de participación en educación continua. La UNESCO indica que solo un 14% de los adultos accede a actividades formales de formación continua, mientras que en países de la OCDE este porcentaje supera el 40%. Chile, en particular, presenta una concentración de su oferta de educación continua universitaria en personas con título profesional o técnico, lo que abre una brecha para miles de trabajadores con experiencia, pero sin credenciales formales.
Una formación sin barreras
Y es que una de las grandes transformaciones recientes ha sido comprender que no toda la educación continua debe estar pensada para personas con un grado académico previo. Muchas personas han adquirido habilidades fundamentales liderando equipos, resolviendo problemas complejos o emprendiendo proyectos, aunque no hayan pasado por una universidad. Cada vez más instituciones reconocen ese valor. Programas de microcredenciales, como los impulsados por el European MOOC Consortium o el exitoso SkillsFuture de Singapur, han demostrado que es posible certificar competencias concretas sin cursar una carrera larga. En Chile, varias instituciones han comenzado a abrir rutas formativas flexibles y abiertas a personas con experiencia en sectores como la construcción, la logística, la salud o la tecnología, contribuyendo así a democratizar el acceso al aprendizaje.
Ahora bien, si lo que se busca es un aprendizaje con impacto real, la forma en que se diseña la experiencia educativa importa tanto como su contenido. Las buenas prácticas en educación continua coinciden en ofrecer programas flexibles, que se ajusten a los tiempos de personas que ya trabajan, y con metodologías que pongan a los participantes al centro. No se trata de replicar una clase tradicional, sino de generar espacios de aprendizaje activo, en los que se resuelvan problemas reales, se apliquen conocimientos desde el primer momento y se reconozcan los saberes previos como parte del proceso. Hoy en día, la formación modular y las microcredenciales permiten a los estudiantes avanzar de forma progresiva, sumando aprendizajes sin perder continuidad ni interrumpir su vida laboral.
Países que han apostado estratégicamente por el aprendizaje a lo largo de la vida ofrecen ejemplos inspiradores. Finlandia garantiza el derecho a la formación gratuita durante la vida laboral, lo que ha llevado a que más del 70% de sus adultos participe en actividades de educación continua. Alemania refuerza su tradicional sistema dual con oportunidades de especialización para trabajadores técnicos. En Australia, los “short courses” certificados responden con agilidad a las necesidades de sectores específicos. En todos estos casos, la educación continua se entiende como parte del desarrollo social y productivo, no como un privilegio ni un bien de consumo.
Nunca se deja de aprender
Aprender durante la vida adulta requiere esfuerzo, pero también puede ser una experiencia transformadora. Quienes hoy buscan formarse deben elegir programas que estén alineados con sus desafíos reales, revisar la trayectoria de las instituciones que los ofrecen, valorar la aplicabilidad de los contenidos y, sobre todo, confiar en que su experiencia también es una fuente legítima de aprendizaje. Aprender con otros, compartir lo aprendido, reconocer lo que ya se sabe y construir desde ahí puede marcar una diferencia no solo en la carrera de una persona, sino en la manera en que contribuye a su entorno laboral.
Hoy sabemos que las organizaciones que promueven el aprendizaje continuo logran retener mejor el talento, innovar con mayor facilidad y adaptarse más rápido a los cambios. Y también sabemos que las personas que se comprometen con su formación permanente tienen más herramientas para moverse en un mundo laboral incierto. La educación continua no es solo una tendencia del presente: es una estrategia para construir futuros. No se trata de volver a estudiar, sino de no dejar nunca de aprender.
Recomendaciones lifelong learning
La educación continua no solo transforma trayectorias personales, también transforma equipos, sectores productivos y comunidades. Las organizaciones que fomentan el aprendizaje continuo logran mejor retención de talento, más innovación y mayor productividad. Y las personas que se comprometen con su aprendizaje a lo largo de la vida son más resilientes, empleables y adaptables al cambio. Te dejo algunas recomendaciones para quienes quieren seguir aprendiendo:
- Elige programas alineados con tus desafíos reales: no busques solo un curso o un diplomado, busca uno que puedas aplicar de inmediato en tu trabajo.
- Prioriza instituciones que garanticen calidad académica y pertinencia laboral: revisa la trayectoria de los docentes, la metodología, el vínculo con el sector productivo.
- Haz del aprendizaje un hábito, no una excepción: no necesitas hacer un magíster o diplomado cada año, pero sí puedes sumarte a cursos breves, talleres, lecturas o comunidades de práctica. ¡Hay muchas instancias para aprender!
- Combina tu experiencia con actualización constante: la experiencia vale más si está al día.
- Comparte lo aprendido con tu equipo: aprender solo no basta; cuando enseñamos lo que sabemos, reforzamos ese conocimiento y generamos valor en nuestro entorno. Por eso, el aprendizaje colaborativo refuerza el impacto.
- Aprovecha la formación modular: puedes avanzar por partes y construir una trayectoria sin dejar de trabajar, que luego te permitirá convalidar a otros programas.
Por último, combina experiencia y actualización: La experiencia es un capital valioso, pero pierde valor si no se renueva. La formación te permite actualizar esa experiencia y potenciarla.
En Postgrados y Educación Continua UANDES creemos que aprender a lo largo de la vida es parte esencial del desarrollo personal y profesional. Por eso, ofrecemos programas diseñados para acompañarte en distintos momentos de tu carrera, reconociendo tu experiencia, adaptándonos a tus tiempos y entregándote herramientas aplicables a los desafíos del mundo actual.

Escrito por Cristóbal Hollstein
Jefe de Admisión Postgrado y Educación Continua
Si te gustó, ¡compártelo!
Artículos relacionados

CyberDay Chile 2025: ¿Cómo aprovechar las ofertas?
30 de Mayo de 2025

¿Qué rol cumple un consejero técnico en el sistema judicial?
28 de Mayo de 2025

Conoce los programas destacados de Postgrados y Educación Continua UANDES 2024
26 de Mayo de 2025